«Peggy y Molly» eran una pareja hecha para internet.
Peggy es una robusta y musculosa Staffordshire bull terrier, y Molly es una urraca, un ave australiana más conocida por abalanzarse sobre los humanos en época de reproducción que por hacerse amiga de los perros.
En los cuatro años transcurridos desde que su insólito vínculo se publicó en internet, la extraña pareja atrajo a casi dos millones de seguidores en Instagram y Facebook.
Pero en un emotivo video publicado en internet este martes, los dueños de Peggy, Juliette Wells y Reece Mortensen, anunciaron que los animales fueron separados.
«Nos rompe el corazón hacer este anuncio hoy», dijo Wells. «Tuvimos que entregar a Molly al DESI ––Departamento de Ciencia e Innovación–– porque un pequeño grupo de personas se quejaba constantemente» ante la entidad.
Los seguidores en las redes sociales se apresuraron a reclamar justicia.
«Este es un ejemplo clásico de burocracia por encima del sentido común y la humanidad», escribió un usuario en Instagram. «Nuestros departamentos, financiados por los contribuyentes, deberían utilizar sus recursos para ayudar a la comunidad y salvar a los animales maltratados, no para hacerles daño», se leía en el comentario que acumuló más de 1.000 «me gusta».
Sin embargo, un portavoz del Departamento de Ciencia e Innovación (DESI) dijo en un comunicado que el ave había sido tomada «ilegalmente» de la naturaleza y se había mantenido sin «ningún permiso, licencia o autoridad».
«Los animales en rehabilitación no deben relacionarse con animales domésticos debido a la posibilidad de que estén sometidos a estrés y a los riesgos de impronta conductual y de transmisión de enfermedades», añadió el comunicado. «Los animales salvajes deben seguir siéndolo».
El destacado experto en aves y ecólogo del comportamiento Darryl Jones, de la Universidad Griffith, afirmó que las urracas son aves muy inteligentes y sociables. Explicó a CNN que no hay duda de lo que debe ocurrir a continuación: «Ese animal cree ahora que pertenece a esa familia… Debería volver con ellos».
Una cría de ave abandonada
Wells encontró a Molly en un parque local, aparentemente abandonada cuando era un polluelo, según una larga publicación en Facebook.
«Estábamos muy preocupados porque el parque era una zona de perros sin correa por las tardes y hasta 30 perros de todas las razas corretean como locos, sabíamos que este pajarito no tendría ninguna oportunidad. Así que hicimos lo que haría cualquier amante de los animales y tomamos la decisión de llevárnoslo a casa y cuidarlo».
«Durante los meses siguientes criamos a esta urraca, le enseñamos a alimentarse, a volar y la sacamos al exterior todo lo posible porque nuestro objetivo era devolverla a la naturaleza».
Pero Molly no se fue, y creó lazos con su perra Peggy.
Durante la pandemia, Wells subió a las redes sociales imágenes de los animales juntos con lemas motivadores: «Los días que paso contigo son mis días favoritos» y «Eres mi lugar feliz».
Los animales atrajeron a un gran número de seguidores en internet.
Se imprimieron camisetas, se vendieron calendarios y se firmó un acuerdo con una de las mayores editoriales del país.
El libro resultante, «Peggy and Molly», se comercializó como «fotos conmovedoras y sencillas lecciones de vida sobre lo que significa ser un verdadero amigo y cómo todos podemos aprender a ser amables, humildes y felices».
Pero no todo el mundo estaba contento con la noticia.
Los funcionarios de vida silvestre temían que otros siguieran su ejemplo de domesticar animales salvajes con la esperanza de obtener beneficios en internet.
No está claro si Wells y Mortensen ganaron dinero con los animales. CNN se puso en contacto con la pareja para pedirles comentarios, pero no obtuvo respuesta.
Campaña en línea
Wells y Mortensen están liderando ahora una campaña en internet para presionar a las autoridades para que devuelvan el ave, una especie protegida en Australia.
Instan a sus seguidores a escribir al diputado de su circunscripción y al director general del departamento.
«Nos preguntamos por qué una urraca salvaje no puede decidir por sí misma dónde quiere vivir y con quién quiere pasar su tiempo», afirma la pareja en su mensaje.
En su declaración, el DESI dijo que no había opción de liberar al ave en la naturaleza, ya que estaba «muy habituada al contacto humano».
Según el comunicado, sería internada en un centro, lo que podría suponer una larga estancia: se sabe que las urracas viven hasta 30 años.
Jones, de la Universidad Griffith, quien escribió un libro sobre su propia experiencia criando una urraca, dijo que llevarse el polluelo a casa era «lo peor que [la pareja] podía haber hecho».
Afirmó que alimentar a las aves no es algo infrecuente en Australia –– «una de cada dos personas que conoces está alimentando a una urraca en algún lugar»––, pero que había una diferencia entre dejarlas vagar por el jardín y llevarlas a casa.
«No es bueno sacar animales de la naturaleza y convertirlos en mascotas. No es algo recomendable, y por eso hay normas estrictas al respecto», dijo Jones.
Pero ahora que Molly se convirtió en mascota de la familia, lo mejor sería que el DESI la devolviera, dijo.
«Las autoridades podrían decir que, tras reflexionar, y teniendo en cuenta el bienestar de cada urraca, hemos decidido que lo mejor que podemos hacer por ella es devolvérsela a su familia».
Bernard Ashcroft, director general de Wildlife Rescue Australia, dijo que la ley prohíbe a la gente tener animales salvajes como mascotas, por una buena razón.
«No es apropiado que la gente tenga una urraca simplemente porque le atrae. Si no saben lo que hacen pueden causar algún daño», dijo.
«Cada ave tiene unas necesidades nutricionales distintas».
A última hora de este miércoles, el departamento emitió un comunicado que sugería que la campaña para reunir a Peggy y Molly podría estar ganando algo de tracción.
«El departamento comparte el deseo de la comunidad de garantizar que Molly sea cuidada de la forma más adecuada en el futuro», decía el comunicado, sin dar más detalles.