Rusia brinda una goleada a Putin (5-0)
Rusia inaugura el Mundial pasando por encima de la débil Arabia Saudí.
¡Ra-ssi-a!, Ra-ssia, Ra-ssi-a”, retumbaba el estadio Luzhniki de Moscú antes de que Iker Casillas extrajera de un cofre la copa de oro maciza que el próximo 15 de julio en el mismo colíseum moscovita le será entregada al campeón. Vladímir Putin no le ha exigido a sus futbolistas que ganen el Mundial, pero sí que mueran en el campo para defender el renacer de la gran Rusia como superpotencia política y económica. Los cinco goles endosados a Arabia contribuyeron al enardecimiento y el entusiasmo nacional de la hinchada.
La organización rusa se distanció de los grandes y eternos fastos de otras ediciones para ofrecer una ceremonia sobria y dinámica en la que se mezclaron la voz rajada de Robbie Williams con la delicadeza tonal de la soprano Aida Garifullina. Debió ser la primera vez en la historia que los jugadores se ejercitan antes de una ceremonia inaugural y asisten al discurso del presidente de la FIFA sobre el terreno de juego.
Ya en el partido, la Arabia Saudí que dirige el argentino Juan Antonio Pizzi empezó enseñando buenas maneras en el toque. El producto de esas millonadas gastadas en centros de tecnificación que pulen la técnica, pero que aún no alcanza para dar la talla en una cita tan exigente como un Mundial. La inocencia competitiva todavía es un lastre para Arabia. Muy pronto fue triturada por la velocidad rusa. La endeble Arabia no puede tomarse como una referencia, pero esta Rusia pretende desplegar los atributos de la escuela soviética de toda la vida. Balas rojas al contragolpe y combinaciones meteóricas y colectivas que destrozaron una y otra vez a la cándida defensa de tres centrales diseñada por Pizzi.
La excelente pierna derecha de Golovin puso una rosca a la cabeza del mediocentro Gazinsky para inaugurar el registro de goles de la competición pasados los diez minutos. Ahí se hundió Arabia Saudí, que asistió moribunda al torrente de contragolpes rusos, conducidos por Golovin y Dzagoev, hasta que este se lesionó. El jugador más dotado para el desequilibrio de Rusia tuvo que dar paso a Cheryshev, que irrumpió para convertirse en la gran estrella del primer día. Sus primeras carreras provocaron que volviera a retumbar el “Ra-ssi-a, Ra-ssi-a” enfervorizado de la masa. Su primer gol, al borde del descanso fue la culminación de una de esas jugadas que tanto gustaban al viejo zorro Valeri Lobanovski. Una contra llevada de lado a lado en sus metros finales para que el volante que entra por un costado la culmine. Eso hizo Cheryshev, que antes de reventar la red tuvo un gesto fino picando la pelota por encima de la bota de su marcador para deshacerse de él.
La continuación no fue más que una muestra continuada de la debilidad defensiva de Arabia Saudí y de que Rusia corre y mucho hacia adelante. Dzubya, de cabeza, concretó otro buen centro de Golovin antes de que Cheryshev hiciera el gol de la tarde con un remate con el exterior que fue a la escuadra. Por ahí también cerró la cuenta Golovin con una falta magistral lanzada por fuera de la barrera que terminó por culmina la gran tarde de Rusia.
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