Mónica Herrán bien puede definirse como una escultora de la memoria. Lo es por una razón más o menos obvia, es fotógrafa; pero también por otra que no resulta tan evidente: Herrán hizo parte de todo el movimiento artístico gestado en Cali entre los 70 y 80 del siglo pasado y ella misma, así como sus obras, es una de las depositarias de aquellos años.
Ahora mismo la fotógrafa presenta su exposición ‘Retratos Particulares’ en la galería Espacio Interferencia, la única dedicada a la fotografía en la ciudad. La exposición, como ella la define, es el resultado de las búsquedas del yo a través de la cámara, durante más de 35 años durante los cuales fue testigo de la ebullición artística de Cali, pero también de su decadencia; de las miserias del comunismo en Berlín y de la caída del Muro, y también de esas otras miseras de la derecha colombiana que exterminó a todo un partido político y la obligó a ella y a su esposo a exiliarse.
Con la perspectiva de los años -que suele siempre arrojar más luz- habló sobre su obra, sus búsquedas y sobre la situación -oscura- que vive la fotografía artística en Cali.
En su exposición prima la apuesta por el autorretrato. ¿Cómo ve ahora el autorretrato artístico en un contexto de la aparición de la ‘selfie’ como retrato propio?
En primer lugar, hay que decir que la ‘selfie’ es muy limitada, a pesar de la llegada del ‘selfie stick’ que permite otros ángulos y una mayor distancia para hacer imágenes. Pero el tema principal es que las ‘selfies’ carecen de investigación y de un trasfondo conceptual. En mis autorretratos lo que hay es ante todo una búsqueda de las facetas del yo, una búsqueda que es muy honesta y en la que lo grotesco, lo que no es necesariamente bello, aparece. Como se sabe, la ‘selfie’ es una imagen proyectada de uno mismo, en la que las personas tratan de mostrar aquello que consideran atractivo o bello de ellos mismos y aquello que es socialmente aceptado. Es una narrativa que uno hace de uno mismo y en ese sentido es un poco falaz. En mis autorretratos lo que procuro es ser honesta y encontrar lo que soy, aunque, como le digo, eso pueda llegar a lo grotesco
En un mundo en el que se producen miles de imágenes por segundo, ¿qué significa hacer fotografía artística?
Es que no hay contradicción entre una cosa y la otra. Las fotografías se siguen haciendo, así como el arte en la fotografía. El arte requiere conceptos e investigación, y eso no se ve afectado por esa producción gigante de imágenes en el mundo.
Usted es de Medellín, pero termina por vivir en Cali y por producir sus obras fotográficas en Cali, ¿por qué?
Bueno, es que esta ciudad me enamoró. Yo empecé en la fotografía en Caracas, Venezuela, porque tuve un novio fotógrafo que me empezó a llevar a este mundo. Eso fue a mediados de los 70 y luego llego a Cali en donde conozco a Fernell Franco y empiezo a trabajar con él. Hago publicidad con él, le revelo los rollos, básicamente soy su asistente y con él aprendo muchas técnicas para la realización de fotografía artística en cámara análoga. Aprendí, por ejemplo, todo el proceso para aumentar los contrastes, un proceso en el que uno se tardaba varias horas y que ahora con el Photoshop se hace en tres segundos. En fin, fue en esa época en la que yo me empecé a enamorar de Cali, porque se trataba de los años 70, esa década en la que esta ciudad vivía una actividad cultural y artística que irradiaba hacia todo el país.
Respecto a ese cambio de la fotografía análoga a la digital, hay quienes dicen que se perdió el romanticismo de hacer fotos y acudir al cuarto oscuro para revelar. ¿Usted piensa lo mismo?
Mira, en 2001 yo leí en el periódico una noticia que decía que los rollos se iban a acabar y me impresionó tanto que lloré durante una semana. Ahí pensé en si debía seguir en el oficio de la fotografía análoga o entrar al mundo digital y entonces tomé la decisión de pintar todo mi laboratorio de blanco. De ahí surge toda una investigación y un trabajo que cristalizó en el libro ‘Cuarto oscuro / cuarto claro’. Pero para responder a tu pregunta, yo creo que el romanticismo no se pierde, y es por lo mismo que te decía ahora. Para hacer arte se requieren conceptos y esos los tiene que trabajar el artista. Yo creo que ahora mismo está surgiendo una generación de fotógrafos que van a producir un trabajo muy interesante, por el hecho de que ellos no hicieron parte de lo análogo. Es decir, no vivieron la transición sino que desde que se hicieron fotógrafos han vivido dentro de lo digita
¿Hay alguna tendencia política en su fotografía?
No, a mí no me ha interesado el concepto de militancia política en el arte.
Se lo pregunto por su relación con la Unión Patriótica…
Bueno, es que mi esposo, el maestro Pedro Alcántara, perteneció al Partido Comunista Colombiano y luego hizo parte de la Unión Patriótica y alcanzó a ser senador. Pero en 1987, luego de que asesinan a Pardo Leal y a Bernardo Jaramillo, nos enteramos de que la extrema derecha buscaba asesinarlo a él también y entonces decidimos irnos a Berlín. Fue bastante impresionante llegar a esa ciudad, en la que todavía estaba el Muro, y ver a los soldados polacos vender sus insignias y sus gorras por una botella de vodka. Entre las fotografías de mi exposición, hay una en la que yo aparezco disparando una miniuzi. Esa es de esa época en la que andábamos armados, con escoltas, y hacíamos polígono, para defendernos del exterminio de la UP.
¿Cómo ve la escena de la fotografía artística en Cali?
Yo creo que estamos ante un panorama muy complejo porque, para poner un ejemplo, solo hay una galería dedicada a las exposiciones fotográficas, que es Espacio Interferencia. En general, creo que hay una generación muy fuerte de fotógrafos caleños que, sin embargo, no tienen reconocimiento en Cali porque no hay espacios para que ellos muestren su obra. Yo lamento mucho que Cali haya llegado a este estado de desidia con sus artistas, de abandono, de olvido de lo que antes fue Cali. En la ciudad se vive una desidia, tanto por parte del Estado como por parte de la gente que tiene recursos, para generar espacios de arte.
Alguna vez el panorama fue muy diferente…
Sí, claro, en la época de los 70 y 80, cuando la ciudad se había convertido en el polo cultural del país. En 1986, por ejemplo, yo hacía parte de un grupo de fotógrafas entre las que estaban Silvia Patiño, Mercedes Sebastián, Karen Lamassone. El grupo se llamaba Frente Fotográfico, y se convirtió en un ícono de la fotografía artística en Cali. Hacíamos un trabajo que fue muy bien visto y valorado por los caleños y que, además, pudo llegar a Alemania, a Berlín del Este, a una exposición. Ya luego de eso viene un tiempo muerto, en los 90, que parece que aún lo seguimos teniendo. Cali tiene toda una herencia de producción artística, no solo en la fotografía, por supuesto, que se está perdiendo por falta de apoyo. Es, como te digo, una actitud de desidia con los artistas.
cortesía de el país