Seis años han pasado desde del asesinato del joven Bassil Da Acosta, en la esquina de Tracabordo en la parroquia La Candelaria, en Caracas durante una protesta, convirtiendo así en una de las primeras víctimas cuya muerte de le imputa a las fuerzas de seguridad del gobierno oficialista.
El 12 de febrero de 2014, Da Costa, de 24 años, recibió un impacto de bala en la cabeza propinado por el funcionario del Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin), José Ramón Perdomo Camacho.
Asimismo, Robert Redman comenzaba a engrosar la lista de caídos en las marchas de ese día, las cuales se gneraron luego de la convocatoria realizada por Leopoldo López conocida como «La Salida».
Paradójicamente, Redman colaboró cargando a Bassil Da Costa luego de haber caído con el tiro en la cabeza, para llevarlo al hospital. Horas después regresó a la concentración en donde un colectivo acabo con su vida.
Con la muerte de estos muchachos, el imaginario colectivo se vio marcado, generándose a partir de allí una fuerza de reclamo masificada, y a que a su vez causó que incrementara la represión en las concentraciones y marchas.
Después de la muerte de estos, muchos otros jóvenes, en su mayoría estudiantes han sido asesinados en manos de autoridades de los entes de seguridad.
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Redacción: Melao y Papelón
