En el terminal de pasaje, se encuentran Durmiendo en el piso, cobijados unos con otros y con las maletas como almohadas, muchos venezolanos que su una esperanza es conseguir un empleo y poder tener donde vivir. Hay mujeres embarazadas o con niños en brazos, familias completas que se vinieron a pesar de tener una vida en el país vecino, pero que fueron doblegadas por el hambre, la inseguridad o quién sabe qué razón personal. Las lágrimas aparecen de vez en cuando.
La impaciencia sí que ronda la zona en donde decidieron acampar y donde los viajeros que llegan a Bogotá no los pueden ignorar.
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Cada Venezolano que se encuentra en el terminal tiene una historia diferente pero el mismo dolor salir de su país.