Donald Trump se mantiene en posición de combate. Crecido ante el castigo que supone el continuo desgaste de la investigación que paraliza la agenda presidencial, la de su presunta connivencia con Moscú para ganar la elección, el inquilino de la Casa Blanca ha vuelto al ataque repartiendo andanadas a todos aquellos que le complican la existencia en torno a las pesquisas oficiales. Con un adecuado canal de comunicación para que el mensaje llegue nítido, uno de sus habituales azotes informativos, The New York Times, Trump lanza una advertencia al responsable del Consejo Especial y principal investigador de la trama rusa, Robert Mueller, por indagar en sus negocios: «Esto va sobre Rusia», afirma, después de asegurar que adentrarse en su imperio sería cruzar la línea roja. El aviso se produce después de que el propio entorno del presidente filtrara hace unas semanas que barajaba su destitución. Del Fiscal General, Jeff Sessions, a quien tacha de «desleal» por recusarse en la investigación, asegura que «si lo hubiera sabido, nunca le habría nombrado».
Probablemente antes de que ayer se conociera que el Consejo Especial ha ampliado sus pesquisas sobre la trama rusa a los negocios de su imperio, el presidente ya lo sabía. Según Bloomberg, el FBI analiza la controvertida compraventa de algunos apartamentos en Nueva York, la venta de una de sus mansiones en Florida a un oligarca ruso en 2008 y su participación en el certamen Miss Universo en 2013, celebrado en Moscú. Su mensaje a Mueller en el diario neoyorquino sonaba ayer a advertencia para quien se ha adentrado en territorio inquietante, un extremo que Trump, aunque preguntado durante la entrevista en hipótesis, consideraría una «violación».
El aviso al primer investigador de la trama rusa, exdirector del FBI, no es baladí. Después de la destitución de James Comey como responsable de la Agencia Federal, que se convirtió en uno de los principales indicios de que actuaba movido por las indagaciones sobre Rusia, los asesores del presidente desaconsejan el relevo de Mueller. A su entender, daría más argumentos a quienes le acusan de obstrucción a la Justicia. Aunque el nombramiento del Consejo Especial corrió a cargo del Departamento de Justicia (de su número dos, Rod Rosenstein, al estar recusado Sessions), el presidente tiene la potestad de relevarlo. En la entrevista, Trump se sigue acordando del destituido Comey, a quien acusa de «filtrar documentos como herramienta» contra él.
Tan llamativas resultan las descalificaciones del presidente contra su Fiscal General como la respuesta que protagonizó ayer el afectado. Trump se explaya contra él en la entrevista en un tono inequívocamente severo: «Sessions nunca se debería haber recusado. Y si lo pensaba hacer, debería habérmelo dicho antes de asumir el cargo, y habría elegido a otro». Su enfado con el Fiscal General es notorio desde que Sessions tomó esta decisión, después de que salieran a la luz las conversaciones que mantuvo con el embajador ruso en Washington, Sergey Kislyak, antes y después de la elección presidencial. Contactos que Sessions había ocultado durante su comparecencia en el Senado para ser refrendado en su nuevo cargo. Pese a las duras críticas de su promotor y presidente, el Fiscal General no se arredró: «Seguiré en el cargo mientras sea lo apropiado», proclamó en una comparecencia en la que se hizo rodear de su equipo de confianza en el departamento.
cortesía ABC