Detrás de las sonrisas y del nuevo dinamismo en la relación franco-alemana se dibuja una rivalidad cada vez más nítida entre Emmanuel Macron y Angela Merkel por el liderazgo dentro de la Unión Europea.
Las visitas de Donald Trump a París para la fiesta nacional del 14 de julio y la del presidente ruso, Vladimir Putin, en mayo, fueron un éxito diplomático para Macron y un ejemplo del cambio de papeles en el viejo continente.
«Francia volvió al ruedo», estima Jean-Dominique Giuliani, presidente de la Fundación Schuman, que analiza cuestiones europeas. «Hay un nuevo equilibrio, que era necesario, en la relación con Alemania», agrega.
La canciller alemana domina desde hace años el tablero diplomático europeo. Tras el Brexit y la elección de Trump en Estados Unidos, la prensa anglosajona la calificó incluso de nueva «líder del mundo libre» frente al ascenso de los demagogos y los líderes autoritarios.
Pero Angela Merkel no quiere ni oír hablar de ello y su situación dominante en Europa se debe más a una situación por defecto que a una voluntad asumida.
Francia, sumida en dificultades económicas y penalizada por la impopularidad récord de su expresidente, François Hollande, que le quitó margen de maniobra, fue durante años inaudible en el concierto de naciones.
Gran Bretaña, otra de las potencias de la UE, se quedó al margen, por otras razones, de la gestión de los temas del continente.
Pero la llegada al poder de Emmanuel Macron contribuye a repartir de nuevo las cartas.
En Alemania, sorprendió la visita de Trump a París y los ostensibles signos de complicidad entre el nuevo presidente francés y su homólogo estadounidense en el G20 de Hamburgo.
«Los alemanes quedaron sorprendidos por el anuncio de la visita de Trump a París», señala una fuente diplomática. «Con este gesto, Emmanuel Macron quiere adular al presidente estadounidense y darse un perfil de líder en Europa», subrayó esta semana el semanario Spiegel.
Macron parece tenderle la mano a Trump para mantenerle «dentro del círculo» mientras Merkel escogió la firmeza con el presidente estadounidense, del que critica sus veleidades proteccionistas o la decisión de retirarse del acuerdo de París sobre el clima.
«No vamos a esconder nuestras diferencias», afirmó en la reciente cumbre del G20 en Hamburgo.
Al recibir a Trump con todos los honores, Macron «no levantó los ojos al cielo ni lo sermoneó, como hizo Merkel en el G20, sino que lo recibió con un desfile militar espectacular y palabras amables», escribía este domingo el periódico suizo Neue Zürcher Zeitung.
«Macron podría reemplazar a Merkel en su posición de diplomático en jefe de la UE», agregó el diario.
Pero Merkel no se contentará eternamente con el papel del «mala de la película». En lo inmediato le sirve porque está en campaña electoral para las legislativas de septiembre, donde aspira a un cuarto mandato.
La hora de la verdad entre Merkel y Macron llegará después de las elecciones alemanas, cuando empiecen a fondo las discusiones sobre la reforma de la zona euro, en las que París y Berlín tienen posiciones muy diferentes.
CortesíaAFP