El servicio eléctrico se cortó el 7 de marzo y todavía quedaban zonas sin luz y agua. El martes por la noche, Maduro dijo que el suministro había sido repuesto en buena parte del país, aunque advirtió que los problemas no acabarían pronto. Y una vez mas responsabilizó de la falla a un “ciberataque” planeado por Estados Unidos.
China, uno de los principales acreedores de Venezuela, ofreció el miércoles soporte técnico para restablecer la red eléctrica venezolana, en un intento por dejar atrás la crisis energética.
Entre 2009 y 2014 Caracas acordó con Pekín la construcción de cinco plantas eléctricas, de cuya ejecución no hay precisiones oficiales.
El ministro de Comunicaciones, Jorge Rodríguez, dijo que el jueves se reanuda la jornada laboral en todo el país y que se mantiene por 24 horas la suspensión de las clases en todos los niveles educativos.
El suministro se ha restablecido y solo “quedan algunos problemas en algunas zonas relacionados con transformadores que fueron saboteados”, agregó el miércoles Rodríguez en una declaración transmitida por la televisión oficial.
Entre esas zonas aún sin servicio están los municipios de Baruta y El Hatillo, hacia el este de Caracas, agregó el ministro sin dar detalles sobre cuándo podría reanudarse la energía en esas dos áreas.
Rodríguez agregó que Maduro ordenó la reanudación de ejercicios militares, que entre otros asuntos implican el despliegue militar en las 114 estaciones de energía que hay en el país.
En Maracaibo, capital del estado petrolero de Zulia, al oeste del país, el servicio eléctrico y las comunicaciones eran intermitentes y empresarios reportaron saqueos a locales y plantas industriales desde el sábado.
El miércoles se podían ver en la ciudad largas filas para buscar gasolina, comercios cerrados y en los pocos abiertos se vendían los productos en dólares, según testigos Reuters.
“No sentimos que la situación está estable, tenemos mucho temor”, dijo Orsinis Hernández, jefe de la Cámara de Industriales, quien destacó que la entidad no puede cuantificar los daños debido a que muchas empresas seguían cerradas debido a la poca movilidad del personal ante la falta de gasolina.
La Cámara Venezolana de la Industria de Alimentos (Cavidea) y la federación empresarial Fedecámaras dijeron en comunicados separados que más 300 comercios sufrieron saqueos el martes, desde panaderías y supermercados hasta farmacias.
Polar, la mayor empresa privada del país, dijo en un comunicado que cuatro de sus instalaciones en Maracaibo fueron violentadas.
“Lamentamos que, a pesar de los esfuerzos de algunos organismos de seguridad del Estado, no haya sido posible contener los actos vandálicos en las plantas” de producción y distribución. Fueron robados al menos 77.000 unidades de pasta, entre otros productos, dijo Polar.
Fuentes empresariales dijeron que el miércoles todavía se producían asaltos violentos. En tanto, el gobernador de Zulia, Omar Prieto, reportó unas 570 personas detenidas en los saqueos, sin mencionar víctimas.
El Ministerio de Comunicación no respondió de inmediato una solicitud de comentarios.
“Esto se convirtió en un campo de guerra, ayer vimos como saquearon todo lo que quedaba (…) ya no tenemos dónde comprar”, dijo Josué Morales, de 27 años, quien vive con su madre, padre, hermana y dos sobrinos.
María Centeno, de 39 años y propietaria de un comercio saqueado el domingo, dijo que unas 100 personas, de una comunidad aledaña, entraron al local y se llevaron la comida. “La policía se acercó y me dijo que yo tenía que resolver. No hicieron nada”, apuntó.
Zulia, el corazón histórico de la industria petrolera y que fue conocido durante décadas por su enorme riqueza, vive las consecuencias de años de desinversión eléctrica, uno de los más graves problemas que aqueja a Venezuela, golpeada además por una recesión e hiperinflación.
Lo de Zulia “ha sido una tragedia verdaderamente”, dijo el miércoles la diputada Nora Bracho, una de la representantes de Zulia en la Asamblea Nacional, de mayoría opositora.
Desde Maracaibo, Bracho agregó que había zonas con luz, pero otras aún sin servicio. “Los barrios salieron a la calle (el martes) en búsqueda de comida y también destruyendo todo a su paso, llenos de rabia y molestos ante la calamidad. Ya a estas alturas no hay negocios abiertos. Hay mucho miedo”, relató.
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