La operación para extraditar a Santrich líder de las FARC a EEUU
Tras media vida como combatiente en la guerrilla de las FARC, Jesús Santrich se preparaba para ocupar su silla en la Cámara de Representantes del Congreso de Colombia. El que fuera comandante del frente Caribe, se unió al proceso de paz firmado con el presidente Juan Manuel Santos y fue uno de los beneficiarios de los 10 escaños fijos pactados durante la negociación.
Hasta el lunes 9 de abril. A las cinco de la tarde, policías de la Fiscalía colombiana entraron en su casa en Bogotá y le detuvieron por solicitud de Interpol: se le acusa de un delito de conspiración para tratar de exportar 10 toneladas de cocaína a Estados Unidos.
La droga producida en Colombia iba a entrar en aviones privados a través de Miami, según la circular roja emitida por Interpol. Pruebas suficientes para que un tribunal de Nueva York emitiera una petición de captura y extradición para juzgar a Santrich en Estados Unidos.
La investigación, según el documento, comenzó en 2017. El grupo SIU de la DEA, formado por autoridades colombianas y estadounidenses, seguía la pista de Marlon Marín, un ciudadano colombiano que hablaba periódicamente con mexicanos. En las conversaciones interceptadas, según el material entregado por la Fiscalía de Colombia, se negociaba la venta de “5.000 televisores” con “señores de Michoa y Sina” en el puerto de Barranquilla, en la costa Caribe. Este era el vocabulario que usaban para intentar tapar la supuesta red de narcotráfico, haciendo referencia a los carteles mexicanos de Michoacán y Sinaloa.
Para afianzar el negocio, los socios mexicanos pidieron garantías sobre la calidad de la mercancía, además de solicitar una reunión con el jefe de la red colombiana. Marín, sobrino de Iván Márquez (jefe negociador de las FARC), necesitaba un aval en Colombia. El mejor valedor que encontró fue Santrich, según fuentes de la Fiscalía. El exlíder de las FARC, en conversación con la W Radio, asegura que se prestó a estas reuniones porque siempre creyó que se estaban negociando proyectos productivos para el posconflicto. «Ha pasado más cocaína por la nariz del fiscal que por mis manos», ha dicho. El negocio de la cocaína fue una de las principales fuentes de financiación de las FARC. Sus máximos líderes solo han reconocido que cobraron impuestos a los dueños de las fincas donde se cultivaba la hoja de coca.
En las conversaciones que tiene en su poder la Fiscalía, una vez los mexicanos recibieron parte de la droga, se organizó una reunión con Trichi o el ciego, los dos apodos que se usan para referirse a Jesús Santrich, que perdió parte de la visión hace años. Es en este punto de la investigación cuando el operativo de la DEA se cruza con el de la Fiscalía de Colombia.
Al mismo tiempo que Estados Unidos seguía la pista de la droga, una fiscal administrativa de Colombia investigaba a Marlon Marín por un supuesto fraude en los contratos del posconflicto. El dinero que debía destinarse para la reincorporación a la vida civil de miles de excombatientes de las FARC se estaba quedando en el bolsillo de una supuesta red de intermediarios liderada por Marín.
Miembros de la DEA y de la Fiscalía colombiana acudieron a la cita pactada entre mexicanos y colombianos en Bogotá. Los dos equipos lo hicieron de manera independiente, sin saber que mientras grababan y fotografiaban a Jesús Santrich y Marlon Marín se iban a cruzar. A principios de 2018, ambas investigaciones se unen.
Desde mediados de 2017 y hasta abril de 2018, la investigación atestiguó una transacción de 10 toneladas de cocaína por valor de 15 millones de dólares. Esta mercancía se vendería por 320 millones de dólares en el mercado estadounidense. En el curso de la operación, se hizo un supuesto primer pago de cinco millones.
Entre las pruebas entregadas a la prensa por la Fiscalía, además de tres conversaciones (en una de ellas se escucha una voz que identifican con la de Santrich), hay una foto de una de las reuniones en las que se ve al exlíder de las FARC con Marlon Marín. También hay un dibujo que el antiguo comandante habría hecho para Rafael Caro Quintero, nuevo capo del Cartel de Sinaloa en México, el sustituto del Chapo Guzmán, que se ha convertido en uno de los principales objetivos del FBI. Santrich ha reconocido que «es posible que le regalara un cuadro», como hizo con el vicepresidente colombiano o el ministro del Posconflicto.
El supuesto negocio entre Marlon Marín y el cartel de Sinaloa se frustró semanas antes de la detención de la banda. Un amigo de Santrich le llamó por teléfono y le explicó que un informante (miembro de la policía colombiana) le acababa de avisar de que había un dispositivo preparado para capturarle y extraditarle, según una conversación a la que tuvo acceso RCN Televisión.
Marín viaja en estos momentos hacia Estados Unidos. La mañana del martes, la Fiscalía de Colombia ha informado de que no ha llegado orden de extradición para el sobrino de Iván Márquez. Al no estar imputado aun por un delito de malversación de los fondos de paz, puede viajar libremente. El organismo judicial no ha querido confirmar si Marlon Marín ha llegado a un acuerdo con las autoridades estadounidenses a cambio de testificar contra Santrich.
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Referencia Globovision