La elección de gobernador este martes en el estado de Virginia tiene ramificaciones en todo EEUU, por ser una prueba para el Partido Republicano y el estilo divisorio del impopular presidente Donald Trump.
Una victoria en ese estado, un campo de batalla clave en el país, del vicegobernador demócrata Ralph Northam demostraría un rechazo de los votantes a las políticas económicas de Trump, así como a las políticas divisorias que marcaron su campaña en 2016 y que han ensombrecido su mandato.
También inyectaría energías al Partido Demócrata -actualmente afectado por luchas internas- antes de las elecciones legislativas del año que viene, y mostraría a los republicanos que favorecer al controversial Trump tiene un precio.
Virginia votó dos veces por el presidente anterior, Barack Obama, y Hillary Clinton se llevó este estado en la presidencial del año pasado, ganada por Trump.
Pero con encuestas que muestran a Northam solo con una estrecha ventaja, la carrera por la gobernación puede ir para cualquiera de los bandos. Una victoria del competidor republicano Ed Gillespie validaría seguramente el estilo agresivo de Trump.
Gillespie aseguró que será «un gobernador para todos los habitantes de Virginia» en su último acto de campaña, en el que unas 100 personas -incluidos voluntarios- abarrotaron el sótano de una oficina del Partido Republicano en Fairfax.
Pero poco antes de que Gillespie hablara, fue el director de su campaña, Pete Snyder, quien reconoció que la elección era más que una cuestión regional. «Los ojos de la nación están en Virginia», dijo Snyder. «Todo el mundo está mirando».
Eso incluye al propio Trump, quien tuiteó el lunes que la «economía de Virginia, bajo mando demócrata, ha estado terrible». Si los republicanos logran que Gillespie sea elegido, «sería excelente». Trump no ha hecho campaña por Gillespie y, aunque le han preguntado incesantemente por qué, ha declinado responder.
– Trump «bajo efecto de esteroides» –
Gillespie no ha jugado la carta de Trump directamente, pero sus múltiples anuncios de campaña, que han alimentado el debate sobre asuntos como raza, armas, migración ilegal y el destino de las estatuas confederadas, apuntan a un claro alineamiento con el presidente.
«Es Donald Trump bajo el efecto de esteroides», dijo el actual gobernador demócrata Terry McAuliffe a la emisora WQRX.
Gillespie, antiguo líder del Partido Republicano, huele por todos lados a política tradicional. Pero el hombre de 56 años está buscando aprovechar el nacionalismo populista de Trump, en momentos en que una creciente diversidad electoral hace cada vez más difícil para los republicanos ganar elecciones regionales.
Lo que pase en el escenario político de Virginia podría impactar las estrategias republicanas a nivel nacional de cara a 2020, cuando llegue la próxima campaña presidencial.
Gillespie ha acusado a su rival Northam, de 58 años, de fallar ante la violencia generada por bandas, de hacer más fácil a los delincuentes sexuales comprar armas, y de buscar derribar estatuas que honran a los líderes del bando confederado proesclavista de la Guerra Civil estadounidense (1861-1865).
Los monumentos se han convertido en el centro de la discusión nacional sobre raza, especialmente después de que supremacistas blancos organizaran en Charlottesville, Virginia, una manifestación en agosto en la que uno de ellos mató a una mujer que protestaba contra ese movimiento.
– «Me produce pesadillas» –
Para algunos votantes, la de este martes es claramente una consulta sobre Trump. «Si voy a tener algo que decir en todo lo que está pasando, lo menos que puedo hacer es votar por un gobernador que refleje las visiones que yo tengo», dijo a la AFP Connor Dunwoody, un estudiante de 25 años que votó por Northam.
El norte de Virginia, fronterizo con la ciudad de Washington, tiene una próspera economía con miles de empleados federales y un robusto sector tecnológico.
Aparte de la capital, Richmond, y los condados orientales, el resto del estado está ocupado por áreas rurales ampliamente conservadoras.
La base electoral de Trump consiste en votantes blancos sin títulos universitarios, aunque la población de Virgina es bastante educada.
Si Trump no es un freno para los votantes en Virginia, sería una señal de su poder de seguir llevando a los estadounidenses a las urnas de votación a pesar de sus bajos niveles de aprobación en las encuestas.
Pero Gillespie tendrá que vencer a muchos como Barton, un psiquiatra retirado de 81 años que no quiso dar su apellido pero dijo que votaría contra Trump «en cada oportunidad que se presente». «Me produce pesadillas», aseguró.
referencia AFP