Javier Duarte: de «aire fresco del PRI» a ícono de la corrupción en México

Javier Duarte, exgobernador de Veracruz, pisó suelo mexicano para enfrentar graves acusaciones de corrupción y de dejar en bancarrota el estado que gobernó. Se enfrentará a la justicia convertido en un ícono de la crisis institucional que afronta México. EFE.

El exgobernador del estado de Veracruz, extraditado desde Guatemala por operaciones con recursos ilícitos, fue presentado por el presidente Enrique Peña Nieto como una promesa de renovación de la política en México. En octubre fue expulsado del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y ahora su caso probará la eficacia de la justicia.

Presentado antaño como parte de una «generación nueva» destinada a renovar la política mexicana, el exgobernador de Veracruz, Javier Duarte, extraditado este lunes desde Guatemala, se ganó a pulso el título de símbolo máximo de la corrupción en su país.

Para sorpresa de muchos, Duarte, detenido el 15 de abril en Guatemala tras seis meses de prófugo, decidió no pelear contra los dos procesos de extradición, en las audiencias judiciales que los mexicanos siguieron en directo por la televisión desde el vecino país.

En las pantallas se observó a un Duarte sonriente, sereno y a veces bromista, citando incluso ante periodistas un enredado proverbio sevillano. Parecía alejado de la realidad.

También se le vio abandonar la prisión en medios de gritos de «¡basura!» lanzados por otros reos, para luego llegar con chaleco antibalas al juzgado entre empujones de una multitud de comunicadores y ser lanzado por guardias a la celda patrulla que lo trasladaba.

«Yo no cometí tales delitos y es mi deseo así acreditarlo ante el poder judicial de mi país», proclamó durante una de las audiencias.

Aire fresco de antaño

Tras gobernar Veracruz de 2010 a 2016, un estado en el  este de México que dejó en virtual quiebra, ahora debe ser juzgado por corrupción y operaciones con recursos de procedencia ilícita.

En octubre, Duarte, de 43 años, había sido expulsado del oficialista Partido Revolucionario Institucional (PRI) -lastrado por graves casos de corrupción-, luego de huir repentinamente en un helicóptero facilitado por su sucesor.

«No voy a huir, me quedo en Veracruz» para «atender estas infamias, estas calumnias», había prometido tras dimitir de su cargo, 48 días antes de terminar su mandato, en un mensaje televisado en el que aparecía al lado de la bandera mexicana y del retrato del presidente Enrique Peña Nieto.

Cinco años antes, Peña Nieto lo incluía en una lista de gobernadores jóvenes que debían dar una bocanada de aire fresco al PRI. 

«Todos son parte de una generación nueva, que ha sido parte de la renovación del partido», se enorgullecía el presidente.

Pero la realidad es que «Javidú», de complexión corpulenta, voz aguda y sonrisa socarrona que recuerda a un supervillano de Hollywood, se convirtió en símbolo del mal gobierno y la corrupción en un país con varios exgobernadores encarcelados, procesados o fugados.

Violencia y ‘negocios ilícitos’

Quienes lo han tratado describen a un hombre altivo y alejado de la realidad, que se quejaba de la creciente inseguridad afirmando que para llevar a sus hijos al cine debían comprar las entradas de toda la sala o que lamentaba tener que circular con las ventanillas del auto cerradas.

Durante su gobierno se disparó la criminalidad en Veracruz, en medio de sangrientas pugnas en las que han estado  involucrados los cárteles del Golfo, Jalisco Nueva Generación y Los Zetas. Un total de 21 periodistas fueron asesinados en su periodo.

Solo en 2016 se contabilizaron 1.258 homicidios y se descubrieron algunas de las mayores fosas clandestinas halladas en país con más de 300 cadáveres.

Dejó además al estado con una deuda pública de 46.000 millones de pesos, unos 2.400 millones de dólares.

La fiscalía mexicana lo acusa ahora de haber tejido una red de testaferros a través de los cuales «compró propiedades con recursos que provenían de las arcas de Veracruz».

La prensa, que empezó a referirse a Duarte como uno de los hombres más odiados de México, se deleitó tras su detección revelando jugosos detalles sobre sus millonarias adquisiciones inmobiliarias.

Tres apartamentos a orillas del Pacífico por 1,5 millones de dólares cada uno, una casa en Córdoba y un apartamento en Boca del Río, ambos en Veracruz.

Un departamento en la exclusiva zona de Campos Elíseos en Ciudad de México y dos casas por 2,4 millones de dólares en Las Lomas, otra prestigiosa zona de la capital.

La última revelación tiene que ver con dibujos realizados por Duarte, los cuales reflejarían una personalidad agresiva y a alguien afecto a tomar ansiolíticos.

En febrero, las autoridades descubrieron una bodega propiedad del exgobernador repleta de obras de arte, antigüedades y objetos de lujo.También ocultaba allí útiles escolares y médicos que se sospecha formaban parte de programas de ayuda social.

Hallaron además varias libretas en las que su esposa, Karime Macías, «anotaba de puño y letra de manera detallada, cuentas bancarias, propiedades en México y en el extranjero», según el nuevo gobierno de Veracruz.

Presentado antaño como parte de una «generación nueva» destinada a renovar la política mexicana, el exgobernador de Veracruz, Javier Duarte, extraditado este lunes desde Guatemala, se ganó a pulso el título de símbolo máximo de la corrupción en su país.

Para sorpresa de muchos, Duarte, detenido el 15 de abril en Guatemala tras seis meses de prófugo, decidió no pelear contra los dos procesos de extradición, en las audiencias judiciales que los mexicanos siguieron en directo por la televisión desde el vecino país.

En las pantallas se observó a un Duarte sonriente, sereno y a veces bromista, citando incluso ante periodistas un enredado proverbio sevillano. Parecía alejado de la realidad.

También se le vio abandonar la prisión en medios de gritos de «¡basura!» lanzados por otros reos, para luego llegar con chaleco antibalas al juzgado entre empujones de una multitud de comunicadores y ser lanzado por guardias a la celda patrulla que lo trasladaba.

«Yo no cometí tales delitos y es mi deseo así acreditarlo ante el poder judicial de mi país», proclamó durante una de las audiencias.

Aire fresco de antaño

Tras gobernar Veracruz de 2010 a 2016, un estado en el  este de México que dejó en virtual quiebra, ahora debe ser juzgado por corrupción y operaciones con recursos de procedencia ilícita.

En octubre, Duarte, de 43 años, había sido expulsado del oficialista Partido Revolucionario Institucional (PRI) -lastrado por graves casos de corrupción-, luego de huir repentinamente en un helicóptero facilitado por su sucesor.

«No voy a huir, me quedo en Veracruz» para «atender estas infamias, estas calumnias», había prometido tras dimitir de su cargo, 48 días antes de terminar su mandato, en un mensaje televisado en el que aparecía al lado de la bandera mexicana y del retrato del presidente Enrique Peña Nieto.

Cinco años antes, Peña Nieto lo incluía en una lista de gobernadores jóvenes que debían dar una bocanada de aire fresco al PRI. 

«Todos son parte de una generación nueva, que ha sido parte de la renovación del partido», se enorgullecía el presidente.

Pero la realidad es que «Javidú», de complexión corpulenta, voz aguda y sonrisa socarrona que recuerda a un supervillano de Hollywood, se convirtió en símbolo del mal gobierno y la corrupción en un país con varios exgobernadores encarcelados, procesados o fugados.

Violencia y ‘negocios ilícitos’

Quienes lo han tratado describen a un hombre altivo y alejado de la realidad, que se quejaba de la creciente inseguridad afirmando que para llevar a sus hijos al cine debían comprar las entradas de toda la sala o que lamentaba tener que circular con las ventanillas del auto cerradas.

Durante su gobierno se disparó la criminalidad en Veracruz, en medio de sangrientas pugnas en las que han estado  involucrados los cárteles del Golfo, Jalisco Nueva Generación y Los Zetas. Un total de 21 periodistas fueron asesinados en su periodo.

Solo en 2016 se contabilizaron 1.258 homicidios y se descubrieron algunas de las mayores fosas clandestinas halladas en país con más de 300 cadáveres.

Dejó además al estado con una deuda pública de 46.000 millones de pesos, unos 2.400 millones de dólares.

La fiscalía mexicana lo acusa ahora de haber tejido una red de testaferros a través de los cuales «compró propiedades con recursos que provenían de las arcas de Veracruz».

La prensa, que empezó a referirse a Duarte como uno de los hombres más odiados de México, se deleitó tras su detección revelando jugosos detalles sobre sus millonarias adquisiciones inmobiliarias.

Tres apartamentos a orillas del Pacífico por 1,5 millones de dólares cada uno, una casa en Córdoba y un apartamento en Boca del Río, ambos en Veracruz.

Un departamento en la exclusiva zona de Campos Elíseos en Ciudad de México y dos casas por 2,4 millones de dólares en Las Lomas, otra prestigiosa zona de la capital.

La última revelación tiene que ver con dibujos realizados por Duarte, los cuales reflejarían una personalidad agresiva y a alguien afecto a tomar ansiolíticos.

En febrero, las autoridades descubrieron una bodega propiedad del exgobernador repleta de obras de arte, antigüedades y objetos de lujo.También ocultaba allí útiles escolares y médicos que se sospecha formaban parte de programas de ayuda social.

Hallaron además varias libretas en las que su esposa, Karime Macías, «anotaba de puño y letra de manera detallada, cuentas bancarias, propiedades en México y en el extranjero», según el nuevo gobierno de Veracruz.

De referencia: El Espectador.

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