Marcel Kittel, el ganador al que no le importa el resultado

El alemán Marcel Kittel, ciclista del Quick-Step Floors.| EFE
La historia del ciclista alemán que ha conquistado dos etapas en la presente edición del Tour de Francia.

Marcel Kittel (Arnstadt, 29 años) logró su undécima victoria de etapa en Troyes, lo que le permitió igualar a André Greipel y quedar a una sola victoria del legendario Erik Zabel. En la presente edición ya ha celebrado con lágrimas y gritos de euforia un doblete. Un gigante sencillo, emotivo, que se inició en el atletismo y se enamoró del ciclismo en los Alpes.

Su afición le viene de familia. Su padre era ciclista, un buen velocista, pero se decantó inicialmente por el deporte que más le gustaba, el atletismo. Hasta los 13 años estuvo en el club SG Motor Arnstadt. Su madre fue saltadora de altura, pero “no heredé su talento”. Cuando conoció el ciclismo dijo: “Este es mi deporte”.

Decidió que debía tener una bicicleta de carreras, mientras pasaba unas vacaciones en Los Alpes. Buena decisión, aunque paradójica, pues la montaña no fue ni es su terreno favorito. Su padre tomó al teléfono y en el camino a casa encargó una bicicleta de carreras para Marcel. Aún recuerda su primer paseo en bici: “Después de apenas 30 kilómetros con un calor sofocante, estaba agotado, pero orgulloso y feliz”.

Poco después se apuntó al equipo RSV Adler Arnstadt, dirigido por Helmut y Jens Böttner. “Mi primera carrera de verdad no tuvo lugar en la carretera, por cierto. El ciclismo de montaña fue sólo una técnica de entrenamiento para mí, mi verdadera pasión era las carreras de carretera”.

Su grupo de trabajo en Arnstadt, en el año 2002, estaba dirigido por Erwin Erdmann, quien también incluyó a dos hermanos gemelos, Max y Sebastian, con quien más tarde se apuntó en el Energie. Llegó la primera victoria con una gran actuación del equipo en un criterio, y al año siguiente obtuvieron el título del campeonato Thüringen.

Kittel no se acostumbró a ganar desde sus comienzos. En las pruebas de montaña no lograba puestos de honor. Su padre le inculcó su filosofía para no tener obsesión por ganar. “Aprendí de mi padre que el resultado realmente no importaba, lo único que tenía que hacer era aprender de todo y sacrificarme para obtener lo mejor de mí”.

En la escuela de deporte de Erfurt apuntaló una formación que le llevó a la victoria en el Campeonato Mundial 2005 contrarreloj júnior, éxito que repitió al año siguiente. Luego como sub-23 perteneció al Thüringen Rundfahrt, donde las lesiones le marcaron una progresión a la deriva.

Fue el Skil-Shimano el equipo que le dio a Kittel la oportunidad en el campo profesional. Terminó la temporada 2011 con 17 victorias, segundo detrás de Philippe Gilbert. “Mi temporada de 2011 fue la temporada más exitosa de un neo-profesional en la historia del ciclismo”.

En 2012 ganó 13 carreras, pero en su debut en el Tour de Francia se retiró en la quinta etapa debido a una infección intestinal y lesión de rodilla. Su día de gloria en el Tour llegó un año después al imponerse en el sprint masivo de la primera etapa en Bastia en Córcega, y se convirtió en el decimocuarto ciclista alemán en vestir la camiseta amarilla.

“Fue, con mucho, el mejor día de mi vida«, dijo, sin esperar otros tres triunfos de etapa, el último de ellos en París. Más emociones. “Ganar en los Campos Elíseos fue absolutamente impresionante. Fue un sueño hecho realidad”.

Tras un 2015 para olvidar, Kittel firmó 12 triunfos en 2016 con la camiseta del Quick Step, entre ellos 2 en el Giro y uno en el Tour. No le va mal al gigante de Arnstadt en 2017. De momento otros 12 triunfos, 2 en el Tour. La historia de su país se abre ante él de par en par. Tras alzar los brazos en la sexta etapa, iguala las 11 victorias de André Greipel y se queda a una de Erik Zabel, el mejor esprínter germano de la historia. Hasta que Kittel vuelva a rugir.

De referencia: El Espectador.

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