Arrasador despegue de Nadal en Wimbledon

Nadal, durante el partido contra Millman.| AFP
El número dos solventa su estreno con un rapapolvo a Millman, el 137 del mundo: 6-1, 6-3 y 6-2 (en 1h 45m). Es su victoria más contundente en el grande británico. En la próxima ronda se medirá a Young

Decía este lunes la radio británica que Rafael Nadal disputa cada punto de los entrenamientos como si fueran una bola de partido para ganar Wimbledon. Tal vez pueda parecer una exageración, pero los ingleses no abusan en el elogio. El número dos impresiona desde la dedicación y el talento, que lo tiene y mucho, de modo que cuando este lunes irrumpió en la pista 1 del All England Tennis Club el gentío se puso en pie y aplaudió a rabiar. Londres tenía ganas de Nadal y este tenía muchas ganas de agradar en su regreso, así que el desenlace fue perfecto para todos, o más bien para casi todos, porque John Millman recibió un buen rapapolvo y se marchó a casa: 6-1, 6-3 y 6-2, en 1h 45m.

Después de no haber podido competir el curso pasado debido a una lesión de muñeca y el mal poso que dejó la prematura salida de 2015, otros tiempos, el español volvió a la hierba con un formato demoledor. Versión hercúlea para empezar con buen pie, algo que él y su equipo valoran sobremanera en un torneo muy propicio al resbalón en las primeras estaciones. Dice Nadal que toda opción pasa por salvar los dos o tres primeros partidos sin contratiempos, reafirmándose, de modo que la victoria frente a Millman a buen seguro que supone otra inyección de energía antes de afrontar al estadounidense Donald Young.

 Ofreció Nadal fiabilidad y cadencia, algunos golpes soberbios y la determinación tan imprescindible que requiere el juego sobre hierba; en realidad, nada nuevo con respecto a lo más reciente, porque si en lugar de verde la superficie hubiese sido terrosa o azul el desarrollo hubiera sido seguramente parecido. El mallorquín está fuerte e intimida; gobierna en la pista y no duda. Ni una sola mancha deparó su estreno. Al revés: nunca había sido tan rotundo; cedió solo seis juegos. En Wimbledon (41-9 es su balance) su mejor marca apuntaba a los siete entregados ante Vincent Spadea (1ª ronda, 2005, en 1h 31m), Werner Eschauer (2ª ronda, 2007, en 1h 35m) y Mikhail Youzhny (octavos, 2008, en 2h 11m).

El australiano, 137 del mundo, apenas pudo decir nada. En todo caso, se encogió de hombros cuando el balear trazó una banana por el exterior de la red y se hizo la pregunta que todos los presentes se hicieron: “Pero, ¿cómo demonios…?”.

Cerró Nadal el primer parcial en poco más de media hora (32’), con tres breaksque anticiparon la tormenta. Después, más agua sobre Millman, al que el público intentó echarle una mano anímicamente por eso de compensar. Cariño para el aussie, que esta campaña no cuenta con victoria alguna y encima se dio un topetazo muy serio intentando cazar una pelota, aunque no hubo mal mayor; Nadal, en la red, interesándose por el rival desde la distancia, y el aficionando londinense, mientras, agradeciendo el gesto de fair play; ante todo, buenas formas, buena maneras. Claro que sí, esto es Wimbledon.

La cortesía no fue óbice para que el de Manacor fuera haciendo más y más grande la brecha. Pegó muy bien con el drive y atestiguó que está engrasando bien los mecanismos para el verde: volea, red, cortados de revés… Fue un arranque sencillamente brillante, firme. Metió miedo Nadal, enseñó las garras y vino a decir lo que expresaba en la antesala del torneo, que está a punto. Sumó su triunfo 850 –solo seis jugadores han alcanzado esta cifra en toda la historia: Connors, Federer, Vilas, Lendl, McEnroe y Agassi– y marcó territorio con un kotécnico. Con una inmejorable forma de arrancar.

De referencia: El Mundo.

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