Cuando el Gobierno pide cese el fuego, el Eln responde con una acción militar. Esa es la lectura de lo ocurrido ayer cuando se cumplió el primer aniversario de la mesa de diálogos en Quito, Ecuador. La guerrilla anunció un paro armado que iniciará este sábado a las 6:00 a.m. y se prolongará hasta el martes 13 de febrero a la misma hora.
Los argumentos para esa orden de combate se dan, según alias “Uriel”, comandante del Frente de Guerra Occidental Ómar Gómez, “ante la continuidad del terrorismo de Estado y el incremento de la persecución a dirigentes populares y la judicialización de la protesta social; así como la negativa del Gobierno para darle continuidad al quinto ciclo de conversaciones”.
La decisión de realizar la ofensiva militar fue dada por la Dirección Nacional y el Comando Central del Eln (Coce), y un frente en Chocó aseguró que la cumplirá; las demás estructuras no se han manifestado, aunque todo apunta a que atenderán la orden.
Sin embargo, el ministro de Defensa, Luis Carlos Villegas, expresó que ni el Gobierno ni la Fuerza Pública se van a dejar amedrentar.
“Es inaceptable que se pretenda amenazar al Estado y a la población civil a través de las armas. Esto se convierte en la mayor contradicción en la supuesta voluntad de esta guerrilla de buscar la paz, porque por un lado manifiesta querer la participación de la sociedad civil, pero al mismo tiempo la amenaza con un paro armado”, afirmó.
Una patada a la mesa
En otras oportunidades esa guerrilla ha realizado paros de este tipo que por lo general van acompañados de quemas de buses y automóviles en vías principales, atentados a la infraestructura petrolera, ataques a la Fuerza Pública y coacción para el cierre de establecimientos comerciales y transporte público en sus zonas de influencia.
Intimidaciones como estas tienen alta incidencia en Chocó, Catatumbo y Arauca, aunque en esta oportunidad podrían verse afectadas otras regiones del país dada la expansión de ese grupo insurgente.
León Valencia, director de la Fundación Paz y Reconciliación y exmiembro de esa guerrilla, advirtió que este paro armado es un error.
“Es otro golpe enorme a los diálogos. Es un círculo vicioso porque el Gobierno suspende la discusión de la agenda a raíz de los ataques de Barranquilla y dice que hay que discutir un cese de hostilidades; la respuesta del Eln son otras andanadas de acciones para abrir la mesa, como una forma de obligar al gobierno a hacerlo, pero lo que hacen es cerrarla más”, aclaró Valencia.
El gestor de paz Carlos Arturo Velandia opinó que este camino escogido por el Eln para presionar el inicio del quinto ciclo de negociaciones es “el más lejano, el de mayor dificultad, e incluso puede no llevar a algún lugar, porque el presidente ha sido claro en dar un compás a la espera de que esa guerrilla muestre un comportamiento compatible para poder negociar”.
Para Velandia es claro que “el Eln tiene una visión sobrevalorada de sí mismo, cree que puede presionar al gobierno a través de una escalada del conflicto, pero en realidad se está alejando más cada vez”.
Por su parte, el defensor del Pueblo, Carlos Alfonso Negret, instó a la guerrilla a no realizar esta acción bélica: “le hacemos un nuevo llamado para que no sea el paro armado una presión para que se vuelva a activar la mesa”.
Negret exigió a este grupo subversivo parar los ataques a la población civil, especialmente en Chocó. “‘Uriel’, el defensor del pueblo le dice no confine a la gente. ‘Uriel’, no amenace a la gente, déjelos que vivan en los resguardos como lo hacían antes y, a las comunidades afrodescendientes, que vivan en sus consejos comunitarios con la alegría y la tranquilidad que deben tener esas regiones del Chocó”.
El momento electoral
Max Yuri Gil, investigador de la Corporación Región, argumentó que el anuncio eleno “estrecha aún más el espacio político para quienes promovemos la reanudación de cese al fuego bilateral, salida negociada al conflicto, y fortalece mediática y electoralmente a los promotores de la guerra”.
La situación se da en plena temporada electoral, en la que están caldeados los ánimos y las banderas de varias corrientes políticas son precisamente poner fin a estos diálogos.
“El Eln no está negociando solo con el presidente Juan Manuel Santos sino con la opinión y las fuerzas políticas del país, y hay una animadversión generalizada a esa mesa de diálogos, que es alimentada por actos como estos”, dijo Valencia, y agregó que en la intimidación con armas a la población, quienes ganan son los candidatos de derecha “que plantean que no se les haga concesiones. Es paradójico, el Eln termina trabajando para ellos”.
Una mediación necesaria
El senador Iván Cepeda, facilitador de los diálogos paz, hizo un llamado para que el Gobierno y el Eln eviten cualquier acción militar mientras el proceso sigue suspendido.
Cepeda, en compañía de voceros de 12 organizaciones sociales que representan a las comunidades indígenas, afrodescendientes, campesinas, de mujeres, entre otras, viajará mañana a Quito para tratar de persuadir a la delegación del Eln que reduzca la violencia.
Katerine Torres, coordinadora nacional del programa Por una Paz Completa, afirmó que el principal objetivo es clamar por el desescalamiento del conflicto armado. “Vamos a insistir en que se vuelvan a sentar porque quienes están sufriendo las consecuencias son los territorios y la sociedad civil en general”, dijo.
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referencia EL Colombiano