Al final de la audiencia general de este miércoles, 23 de agosto, dos líderes espirituales de la Amazonia, el teólogo brasileño Frei Betto y los seminaristas de Bressanone, entre otros, saludaron al Papa Francisco.
El Padre Nuestro escrito en lengua «pano» – una de las más antiguas del continente americano – en un cuadro y en portugués en el otro. Es el regalo que le hicieron al Papa Francisco dos líderes espirituales de la comunidad Yawanawa, en la Amazonia, «para que escuche la voz de la selva». Precisamente este miércoles, 23 de agosto, el Pontífice ha dedicado su catequesis al anuncio del Evangelio en América, deteniéndose en el testimonio de Juan Diego.
Kateyuve Yawanawa («Pai Nani, Fernando Luiz») y Wiahu Yawanawa («Felipe Luiz») lucieron los tocados típicos de la selva amazónica para recibir a Francisco. Acompañados por Filippo Bertuzzi, están de gira por Europa hasta el 5 de noviembre. Pai Nani ha dedicado su vida al estudio de los antiguos conocimientos ancestrales y a la custodia y protección de la selva amazónica. Con el encuentro con el Papa, Pai Nani espera «iniciar un camino de unidad en la promoción de un mensaje de paz y cooperación para ayudar a los hermanos y hermanas indígenas con dificultades a preservar su cultura y sus conocimientos, como custodios e hijos de la selva».
Saludo de Frei Betto
Y el dominicano Frei Betto también vino esta mañana para hablar de temas de la selva amazónica. Sobre todo, con vistas a la Cop30, prevista en noviembre de 2025 en Belém, estado de Pará, Brasil, en plena Amazonia. Para Frei Betto, que también había participado en la audiencia general del 9 de abril de 2014, el Papa ha hecho mucho -con el sínodo para la región amazónica y con la encíclica Laudato si’- en materia de cuidado de la casa común, de ayuda a los pobres «principales víctimas de las desigualdades ambientales», de lucha contra la cultura del descarte. La Cop30, deseó Frei Betto, puede ser una oportunidad «de importancia fundamental para intensificar la acción global para resolver la crisis climática». Presentó a Francisco su último libro Jesús Militante.
Entre los seminaristas de Brixen también hay estudiantes de Tanzania y la India
Estudiantes del seminario de Brixen acudieron a la audiencia general para escuchar al Papa Francisco y mostrar su experiencia de la Iglesia universal. Diez de ellos, de hecho, proceden de Tanzania y dos de la India, y son un testimonio directo de lo que significa ser Iglesia misionera. Con ellos, el obispo de Bolzano-Bressanone, monseñor Ivo Muser, y el rector, el padre Markus Moling. La idea de abrir las puertas del seminario a los jóvenes de algunas diócesis de Tanzania y de la India, con las que ya se colaboraba, fue propuesta por monseñor Muser hace unos años, junto con el entonces director de la oficina de vocaciones, el diácono Wolfgang Penn.
Los jóvenes realizan un curso de estudios teológico-filosóficos y reciben formación pastoral: serán sacerdotes en la diócesis del Tirol del Sur y durante cinco años permanecerán como colaboradores pastorales en las parroquias y los valles, para después regresar a sus diócesis de origen. «Es cierto que hay diferencias a nivel cultural», señala el rector del seminario, «como también es evidente que es necesario un periodo de adaptación. Por eso también queremos que el vínculo con sus raíces no se rompa durante este periodo, por lo que hemos previsto que vuelvan a casa cada dos años para el periodo estival». Añadió que, junto con el Obispo, «estamos organizando la próxima visita, prevista para julio de 2024», primero a Tanzania y después a la India. Con sus más de cuatro siglos de vida, el seminario se considera una institución histórica entre las estructuras de la región del Triveneto, elegida por Joseph Ratzinger -tanto como cardenal como Pontífice- para pasar unos días de descanso durante el verano.
La asociación «Il cenacolo» y la comunidad “Casa Allegria”
No es tanto lo que damos, sino cuánto amor ponemos en dar»: los voluntarios de la asociación «Il cenacolo» quisieron estampar esta frase de Santa Teresa de Calcuta en sus camisetas amarillas. Su centro social se encuentra en la llanura de Gioia Tauro: es un bloque de pisos donde se ofrece asistencia a los pobres y necesitados. El cenáculo se ha convertido en un punto de referencia para cientos de trabajadores agrícolas, emigrantes extranjeros víctimas del «caporalato» (trabajo forzado). Y por este servicio no han faltado intimidaciones por parte del crimen organizado, hasta el punto de que, en los últimos años, varios autobuses de la asociación han sido quemados. En la actualidad, «Il cenacolo» da de comer a 600 familias, gracias a numerosas parroquias que, además de alimentos, donan mantas y ropa.
Por último, es especialmente significativa la presencia de la comunidad «Casa Allegria» en el barrio Primavalle de Roma. Dos religiosas Misioneras de la Caridad acompañaron a cinco jóvenes madres y sus bebés -entre ellos cuatro gemelos- procedentes de Ghana, Nigeria, Congo y Ucrania.