El 19 de agosto de 2015 se desató la que se convirtió en la actual emergencia migratoria más grande del hemisferio: millones de venezolanos comenzaron a salir de su país por culpa del hambre y la pobreza. La mayoría llegó a Colombia. Radiografía de una migración que no para.
No cabe duda de que la inmigración internacional es el nudo gordiano de comienzo de este siglo. Un tema irresoluto que ocupa cada vez a más países y en el que Colombia hoy se inserta como nunca lo imaginó y menos en el rol de principal receptor de una gran diáspora producida por una de las peores crisis humanitarias del continente americano.
Este 19 de agosto se cumplen cinco años de un hito que ha transformado para siempre la relación de Colombia con el Estado y la sociedad venezolana. Por esta misma fecha en el 2015, el gobierno de Maduro, en circunstancias altamente violatorias de los derechos humanos, deportó a unos 2.000 colombianos y provocó el retorno forzado de otros 20.000 connacionales que tuvieron que regresar en precarias condiciones a territorio colombiano junto con sus familias binacionales.
Este lamentable hecho produjo una aguda crisis diplomática que desencadenó el cierre unilateral de fronteras por parte de Venezuela durante casi un año, la apertura de un corredor humanitario para retornados liderado por la Unidad Nacional para Gestión de Riesgo de Desastres y el comienzo de una diáspora creciente que ha visto la necesidad de ingresar a Colombia de manera irregular a través de los cientos de trochas ubicadas en la raya, pasos no oficiales que se encuentran a lo largo de los 2.219 km fronterizos compartidos.
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con refencia el espectador