Esta laguna es considerada la más extensa de Colombia.
Los muiscas adoraban y rendían culto a las aguas verdeazules de la Laguna de Tota, pero en la actualidad, los más de 250 mil habitantes que subsisten gracias a ella también están dañándola. El cultivo de cebolla y el de la trucha arcoíris, las principales actividades económicas de la zona, están contaminándola.
Así nació la Asociación Bachué, que velará por la preservación del medio ambiente gracias a un acuerdo que permitirá trabajar por el desarrollo sostenible de los ecosistemas estratégicos del Lago, así como de los páramos de la región del Sugamuxi.
En la alianza participan los municipios de Sogamoso, Aquitania, Quitiva, Firavitoba, Iza, Mongua, Nobsa, Tibasosa, Tota, Topaga y Pesca.
“La contaminación es un tema que nos preocupa, ya que durante décadas solo se ha hablado de ayudar, pero todo queda en un simple discurso. Ahora, las soluciones están puestas sobre la mesa y nuestra la disposición también. Tenemos un proyecto ambicioso y requerimos de la participación de los habitantes y de los entes de control, y así la preservación de esta fuente hídrica será una realidad y no una simple utopía”, aseguró Sandro Néstor Condía, alcalde de Sogamoso.
La creación de filtros verdes se vislumbra como la opción más adecuada para solventar la problemática de contaminación, ya que mediante estos se purificará el agua y el flujo de esta será aún más constante y cada vez más limpia.
“Tenemos la obligación de hacer una inversión importante. Además, con nuestros recursos, más otros de Corpoboyacá, la Gobernación de Boyacá y la Nación, podremos hacer una bolsa regional para mantener el proyecto en marcha”, agregó Condía.
“Esta fuente natural merece ser cuidada, porque si no lo hacemos vamos peleando hasta por un vaso de agua», señaló, por su parte, Édgar Moreno, alcalde del municipio de Tota.
Eso sí, la idea de Bachué no solo se limita a encontrar soluciones integrales que garanticen medidas óptimas para la naturaleza, sino también para los habitantes de la zona de la Laguna.
Y es que solo Aquitania, por año, produce cerca de 180.000 toneladas de cebolla larga y de gajo, las cuales son comercializadas en todo el país. Es más, este alimento se encuentra en el 95 por ciento de toda el área cultivable que tiene Tota, es decir, aproximadamente, un 80 por ciento de los campesinos de la región vive directa o indirectamente de esta actividad.
Así las cosas, y para evitar un encuentro con el desempleo en el camino de combatir la contaminación, la Asociación trabajará para que los campesinos no se vean afectados y se acojan a un plan social que les permita implementar en sus labores técnicas más amigables con el medio ambiente.
“Toda actividad económica genera un impacto sobre el medio en el que se desarrolle, y en el caso de la Laguna se viene presentando un problema por los vertimientos residuales de estos cultivos, por ello se produjo una resolución que les permite a las personas cultivar siempre y cuando se cumpla con los requerimientos ambientales” acotó Jairo García Rodríguez, Subdirector de Ecosistemas y Gestión Ambiental de Corpoboyacá.
Para el cultivo de cebolla se usan mucho los plaguicidas y la gallinaza (abono de gallina), los cuales se han afectado los 1.900 millones de metros cúbicos que tiene la Laguna.
Por otra parte, el cultivo de la trucha arcoíris, como tal, no es el problema. El lío está en que muchos de quienes trabajan con ella optan por arrojar, deliberadamente, las heces o los residuos producidos por estos peces a lo largo y ancho del cuerpo de agua, sin ser conscientes de la contaminación que generan.
De referencia: El Tiempo.