Como todos los días a las 6:15 de la mañana, Jesús Alberto Villarreal Tasayco sale de su casa, bosteza y arrastra los pies hasta su auto, estacionado frente al único parque de la zona El Caliche, en Puente Piedra, Lima, Perú. Presiona el capó, desencajado por las abolladuras, y revisa las llantas. Abre la puerta y se sienta al volante.
El Nissan Sentra rojo de placa B0V-507 es como un veterano con un largo historial de malos hábitos que ahora le pasan factura: no arranca a la primera, carece de espejos laterales, sus luces direccionales traseras están dañadas, la carrocería está deformada, el tablero de instrumentos no funciona y el caucho de una de las llantas está tan desgastado que ya no se le nota la banda de rodadura. Es un auto que no necesitaría circular para infringir las normas de tránsito.
Lo peor de este sedán es la persona que lo maneja. El vehículo registra 24 órdenes de captura en sus últimas dos placas y 20 boletas recientes sin pagar, según el Servicio de Administración Tributaria de Lima (SAT).
Las últimas siete fueron impuestas porque su conductor prestaba una modalidad de transporte público no autorizada, y consignan que el intervenido se negó a entregar SOAT (el seguro obligatorio por ley), revisión técnica, documento de identidad y licencia de conducir.
Aunque estas infracciones contemplan el internamiento del auto, a las 6:25 de la mañana Villarreal ya lleva a tres clientes: una monja, un estudiante y un periodista del diario El Comercio. Los dos primeros ignoran el peligro. La religiosa, de hecho, le suplica que vaya rápido: “Por favor, estoy con la hora…”.
Conduce sin cinturón de seguridad serpenteando camiones de gran tonelaje y motos a más de 90 km/h por la carretera Panamericana Norte, dirección sur. Hacerlo sin los dos retrovisores debe ser como correr una maratón con los ojos vendados.
A la altura de Cerro Soledad, Tasayco se ha detenido invadiendo el crucero peatonal, en el carril del medio, para ‘llenar’ su vehículo a gritos: “¡Acho, Acho, Acho!”. En medio del vértigo, cualquier luz roja es un respiro de tranquilidad. Este sujeto de 29 años gana dinero haciendo colectivo, una modalidad de taxi prohibida por la Ley General de Transporte, pero que sin embargo es usada por miles de limeños al día. No sabe que un fotógrafo y un video reportero lo siguen detrás, a bordo de otro vehículo.
Villarreal Tasayco recibió su primera multa el 6 de diciembre del 2010 en la cuadra 7 de la avenida Emancipación, en el Cercado de Lima, en un station wagon blanco placa SIV-965 mal estacionado. En la fotopapeleta aparece ese joven de entonces 22 años sacando el cuerpo por la ventana con una actitud de reclamo. Terminó pagando aquella multa, pero solo con ese vehículo acumuló otras 21 en ocho meses, entre graves y muy graves.
Ha conducido hasta seis autos en toda su vida. Comenzó a ocupar la lista de conductores con más infracciones del SAT desde el 2014, cuando ya tenía 77 multas. El año pasado fue el segundo mayor infractor de la capital, con 116 multas y 435 puntos en contra.
Entonces, su licencia seguía vigente, pese a que la norma indica que con 100 puntos esta debía ser cancelada. Actualmente tiene 147, la mayoría sin pagar, superando en 18 infracciones a quien obtuvo el primer puesto del 2017, convirtiéndose en el peor conductor de Lima. Ahora, Villarreal tiene la licencia cancelada, y sigue al volante. Desde la suspensión de su licencia hasta hoy, es posible que haya sido intervenido varias veces más, ya que su vehículo reporta otras multas que especifican que el chofer no se identificó.
A las 6:45a.m., en los alrededores de la urbanización Pro, Villarreal evade el tráfico y los semáforos en rojo circulando por una polvorienta vía auxiliar de emergencia, sorteando a peatones y mototaxis estacionadas. La única forma de que las cámaras de El Comercio lo alcancen nuevamente es enviando la ubicación por GPS vía Whatsapp desde adentro del colectivo en movimiento.
Las tres últimas placas de los autos que manejó Villarreal tienen, en total, 28 órdenes de captura. Entre octubre del 2011 y abril del 2013, condujo un Nissan Avenir placa C2R681, con el que acumuló 41 infracciones, y que ahora tiene orden de captura. Este vehículo aún adeuda al SAT.
Desde 2013 hasta mayo del 2017, Villarreal manejaba un Nissan Sentra placa C4H588 plateado, que registra orden de captura. Ahora conduce un auto del mismo modelo y marca, pero de color rojo y con placa B0V507. Aunque sería lógico pensar que se trata de otro vehículo, el SAT reporta en su portal que se trata del mismo, con la placa cambiada.
Al cambiar de placa, pudo seguir circulando hasta que nuevamente comenzó a ser buscado para el internamiento en el depósto de la nueva numeración. Nada impediría que volviese a renovar la placa para continuar en las pistas.
A las 7:15 a.m. Villarreal ya cruzó Puente Piedra, Independencia, Comas y Los Olivos y se adentra en el Cercado de Lima. Ahora maneja con una sola mano. Con la otra desbloquea la pantalla de su celular y abre una ventana de chat. A unos 40 kilómetros por hora, esto significa que Villarreal recorre a ciegas 33 metros cada tres segundos.
El auto que usa Jesús Alberto Villarreal también lo conduce su padre, Jesús Villarreal Jacobo. Este hombre de 55 años, según el registro del Ministerio de Transportes (MTC), tiene la licencia vencida.
Actúa alterado y ansioso. Sobrepara en las esquinas para llevar a los últimos pasajeros hacia el paradero final, Acho. Para las 7:22 de la mañana, en solo una hora de manejo, Tasayco ha cometido 35 faltas equivalentes a 19 mil soles, suficientes para pagar 20 remuneraciones básicas. ¿Por qué sigue al volante?
TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: EMBAJADOR DE RUSIA EN EL PERÚ: “NO PODEMOS PERMITIR LAS AGRESIONES CONTRA ESTADOS SOBERANOS”
Si quieres recibir esta y otras noticias en tu celular descarga la aplicación Telegram, ingresa a este link https://t.me/melaoypapelon y dale clic a +Unirme. Desde ese momento estarás informado de todo lo que pasa en el mundo.
Referencia El Pais