El portavoz del presidente estadounidense Donald Trump, Sean Spicer, renunció el viernes tras seis ajetreados meses en la Casa Blanca, y un nuevo equipo tomó las riendas de la comunicación presidencial.
Spicer, de 45 años, presentó su renuncia en desacuerdo con el nombramiento del ejecutivo Anthony Scaramucci como jefe de Comunicaciones de la Casa Blanca, pese a las objeciones del secretario de la presidencia, Reince Priebus, según una fuente de la AFP.
«Ha sido un honor y un privilegio» servir a Trump y al país, señaló Spicer en un escueto mensaje en Twitter, sin mencionar las razones de su salida.
Trump lo homenajeó. «Sean Spícer es una persona maravillosa que ha sido terriblemente maltratada por los medios de las falsas noticias, pero su futuro es brillante», expresó el mandatario en Twitter.
Spicer fue remplazado por adjunta, Sarah Huckabee Sanders.
La intempestiva renuncia de Spicer se conoció instantes después de que una fuente del gobierno informara que Trump escogió al millonario Scaramucci, de 53 años, al frente de la estrategia de comunicaciones de la Casa Blanca.
El cargo estaba vacante desde mayo, cuando Michael Dubke entregó su carta de dimisión alegando «motivos personales».
Desde su primera conferencia de prensa –un día después de la ceremonia de investidura de Trump–, Spicer se hizo notorio por la agresividad con que defendió las acciones oficiales y la propia figura del presidente.
Pero hacía varias semanas que estaba en la cuerda floja, al ser blanco de las críticas de Trump al desorden de la comunicación presidencial, de la cual el propio mandatario es habitualmente acusado por su profusión de tuits y sus escaramuzas con periodistas.
«Sólo pensé que va en el interés de nuestro equipo de comunicación no tener demasiados chefs en la cocina», se limitó a afirmar Spicer en Fox News.
La salida de Spicer dando un portazo ocurre en un momento de extrema delicadeza para Trump, quien en la última semana usó su ametralladora verbal en todas direcciones.
En los últimos días criticó ásperamente en la prensa a su propio secretario de Justicia, Jeff Sessions, por haber decidido recusarse de cualquier investigación que su departamento conduce sobre las eventuales relaciones de Trump y Rusia en las elecciones de 2016.
También emitió una velada alerta contra el fiscal especial a cargo de esas investigaciones, Robert Mueller, en caso de que decida investigar las finanzas de la familia Trump.
Además de su equipo de comunicación, Trump cambió a su equipo de abogados personales, que lo representan ante el fiscal Mueller.
Mark Corallo, que coordinó la comunicación externa de ese equipo, renunció al cargo. No se conocen sus razones.
El centro de la controversia sigue siendo la investigación que el discreto Mueller conduce sobre la supuesta complicidad de la campaña electoral de Trump con Rusia para incidir en las elecciones presidenciales del año pasado.
En ese sentido, las explosivas declaraciones de Trump sobre Mueller (un respetado exdirector del FBI) fueron vistas como una tentativa de delimitar el terreno en torno del presidente.
Trump, por ejemplo, sugirió que Mueller podría estar movido por intereses contradictorios, revelando que llegó a entrevistarlo en mayo para retornar al frente del FBI, después del sumario despido de James Comey.
Según el New York Times, los abogados personales y los colaboradores de Trump comenzaron a hurgar en la vida de los investigadores reclutados por Mueller con el fin de desacreditarlos.
Este trabajo de zapa contra el fiscal especial suscitó la ira de los demócratas que codirigen las investigaciones que lleva a cabo por su lado el Congreso.
Para el legislador demócrata Adam Schiff, Mueller está habilitado a investigar las finanzas del presidente.
«Todo hecho financiero inconveniente entre Rusia y la organización Trump, por ejemplo el lavado de dinero, podría representar el tipo clásico de ‘Kompromat’ (información comprometedora) que Rusia podría explotar para ejercer influencia sobre la política» del gobierno, dijo.
cortesía: AFP