«Los cazas de Rusia y Asad son más tolerables que vosotros». Tal expresión de hartazgo se ha plasmado en pancartas furibundas que han recorrido estos meses el centro de Maarat al Numan. Un pueblo del norte de Siria tan rebelde que en 2012 expulsó a las fuerzas gubernamentales, y ahora ha echado de allí a la mismísima Al Qaeda. Su alzamiento responde a los intentos yihadistas de imponer su ley y fagocitar violentamente todas las brigadas rivales para ser la fuerza dominante en las zonas bajo control opositor.
Docenas de vecinos -hombres, mujeres y niños- se concentraron el mes pasado frente a la Gran Mezquita del pueblo, de 58.000 habitantes, 30 kilómetros al sur de la ciudad noroccidental de Idlib. Armados sólo con la bandera revolucionaria de tres estrellas, los manifestantes gritaron consignas tanto contra el presidente, Bashar Asad, como contra parte de la oposición que el dirigente denomina «terroristas»: la Organización para la Liberación del Levante, llamada en árabe Hayat Tahrir al Sham (HTS), el brazo de Al Qaeda en Siria.
«Asad y Al Qaeda son dos caras de la misma moneda», sentencia a EL MUNDO Abdelkader Lahib, uno de los activistas que participaron en las protestas. «Su mentalidad criminal es inaceptable para el pueblo sirio. Tratan a la gente con imposiciones, no comparten el poder. HTS combate la revolución siria y combate [a otras] facciones del ELS [Ejército Libre de Siria]», prosigue el joven, quien remacha: «Por lo tanto, el pueblo sirio rechaza categóricamente que Al Qaeda controle nuestra ciudad».
En varios vídeos de sus protestas puede apreciarse cómo los manifestantes han llegado a dedicar a los yihadistas el apelativo shabiha, nombre de las bandas mafiosas que apoyan al dictador sirio. Frente a ellos, a pocos metros, en un momento de la protesta, los milicianos de HTS se mostraron impertérritos. No obstante, en otra secuencia posterior puede apreciarse lo que parecen ser disparos al aire efectuados por los radicales. La respuesta de los vecinos, desarmados, es todavía más furiosa.
«A nadie en esa localidad le gusta HTS», explica a este periódico un activista sirio bajo anonimato. Prueba de ello es la larga ristra de desencuentros entre HTS -antes se llamaron Frente de Conquista del Levante y, anteriormente, Frente Nusra- y la población, especialmente los activistas. A principios de enero de 2016, los yihadistas arrestaron temporalmente a Raed Fares y Hadi Abdallah, almas de las protestas ciudadanas en la cercana, y también contestataria, población de Kafranbel. La presión popular forzó su liberación.
Rechazo de la población
Pese a su vigor, fruto de la financiación del Golfo Pérsico y de años cooptando rivales y apropiándose de sus arsenales, HTS ya no es el grupo a favor del cual marcharon cientos de sirios en 2012. O de cuya inclusión en la lista de terroristas, entonces, Turquía objetó. La imagen positiva que se había granjeado la organización por su diligencia luchando contra el Gobierno sirio y sus afines se ha roto por su desgobierno, por sus imposiciones rigoristas de tipo ideológico y, sobre todo, por su lucha para expandirse, cooptar y domeñar a otras facciones anti Asad.
Este rechazo va a más. El analista Ibrahim Asil describe, en un artículo para el Middle East Institute, cómo la competición entre HTS y Ahrar al Sham, otra organización armada ultraconservadora, se ha intensificado en el sector militar, social y económico. Pese a faltarle el amor popular, HTS se ha hecho con las principales rutas de contrabando desde Turquía y controla una parte importante del negocio local. Sólo la entrada de tropas turcas en el área, anunciada la semana pasada, amenaza la posición de Al Qaeda.
La reacción no se ha hecho esperar. Medios próximos a la oposición denunciaron este fin de semana que miembros de la organización yihadista arrestaron a 18 combatientes del ELS. Los acusó de cooperar con el Escudo del Éufrates, la operación que Turquía lanzó el pasado septiembre en el norte de Siria, respaldando al ELS, con el objetivo de alejar al Estado Islámico de sus fronteras. A esto se han sumado choques esporádicos entre HTS y facciones vinculadas al ELS en localidades como la misma Maarat al Numan.
Pero el poder político en Idlib, por ahora, sigue en manos de numerosos comités locales. «El pueblo de Siria se ha manifestado contra la injusticia de Asad. Y no lo hizo porque él perteneciese a una secta en concreto», asegura Abdelkader Lahib, evocando los primeros días del levantamiento popular contra el dirigente, duramente reprimidas por sus fuerzas, y que pronto degeneró en un conflicto subsidiario y una guerra civil con más de 400.000 muertos. «El pueblo no va a aceptar un gobierno injusto, incluso si este es de naturaleza islámica».
De referencia: El Mundo.