El «pico» de la crisis humanitaria de los refugiados «ha quedado atrás» y la prioridad debe ser ahora la integración, un «desafío» para las políticas nacionales e internacionales, considera la OCDE en su informe anual sobre migraciones publicado este jueves.
Los flujos «sin precedente» de finales de 2015 y principios de 2016 «disminuyeron» en el último año: hubo 72.000 llegadas a las costas europeas en lo que va de año, es decir, «12 veces menos que en la segunda mitad de 2015», subraya Stefano Scarpetta, director para Empleo, Trabajo y Asuntos Sociales en la OCDE.
Pero «muchos de los que llegaron a Europa para huir de los países en conflicto permanecerán seguramente un tiempo» y, por ello, ahora «es el momento de concentrarse en la manera de ayudar a esa gente a instalarse en sus nuevos países de acogida» y a «integrarse en el mercado laboral», añade.
En 2016, los países de la OCDE registraron más de 1,6 millones de solicitudes de asilo, como en 2015, y, de este total, «alrededor de 1,5 millones» de refugiados obtuvieron el asilo, destaca el documento.
Por cuarto año consecutivo, Alemania fue el país más solicitado (675.000 primeras solicitudes de asilo), pese a que, debido a los retrasos en el procesamiento, «la mayoría de los solicitantes hubieran llegado en 2015». Le sigue Estados Unidos (260.000), Italia (120.000), Francia y Turquía (algo menos de 80.000). Fuera de Alemania, el número de solicitudes «cayó, de hecho, un 25%» en los países de la OCDE entre 2015 y 2016.
Casi la mitad de las solicitudes fueron presentadas por nacionales de tres países (Siria, Afganistán e Irak). También se registran fuertes especificidades nacionales: gambianos y nigerianos en Italia, sudaneses en Francia o iraníes en Gran Bretaña, por ejemplo.
En un contexto de crisis económica, la «importancia repentina» de estos flujos «ha atizado las preocupaciones de la población», que exige políticas «más selectivas y restrictivas» o incluso «el cierre total de las fronteras», apunta Scarpetta.
«La mayoría de los países han reforzado sus programas de reinstalación», consistentes en trasladar a los refugiados directamente desde su país u otro país, pero las condiciones se han vuelto «menos favorables en numerosos países» para los beneficiarios de protección humanitaria, según el informe.
– ‘Mayor concienciación’ –
Sin embargo, esto ha venido acompañado de una «mayor concienciación sobre la necesidad de facilitar la instalación de los refugiados» con «una mayor movilización de los diferentes actores» para facilitar la integración, desde los poderes públicos y las oenegés a los empleadores y sindicatos, pero también «la sociedad civil en un sentido más amplio».
De hecho, «se están realizando cambios importantes para integrar mejor a los refugiados», señala el responsable, que juzga «emblemático» el programa lanzado por Suecia y la ley sobre la integración de Alemania, si bien en determinados países, las políticas públicas «todavía llevan un cierto retraso».
Entre los obstáculos, se encontrarían los costes económicos o el impacto que estas políticas puedan tener en las relaciones internacionales. «Se trata de hacer de las políticas de integración una prioridad, no solo a nivel nacional, sino también internacional», rebate Scarpetta.
Esto supone un «desafío», pues «en el pasado, la integración, a menudo, pudo dejar que desear». Así, la tasa de desempleo entre los inmigrantes es casi 5 puntos superior a la de las personas nacidas en el país.
«Estamos en un cruce de caminos», considera Scarpetta, teniendo en cuenta que las migraciones tocaron el año pasado un máximo desde 2007, un año antes de la crisis económica: casi 5 millones de personas entraron de forma permanente en los países de la OCDE.
Estas cifras incluyen a los refugiados, pero las migraciones familiares y la libre circulación «siguen siendo preponderantes». En 2015, último año del que la OCDE tiene cifras definitivas, se concedieron 1,5 millones de permisos de estudios y 1,6 millones de títulos familiares.
«En general, los países han seguido facilitando la admisión de los trabajadores cualificados», como Italia, Francia o Estonia, precisa el informe, que da cuenta de un alza de «más del 10%» de las migraciones dentro de las empresas y «del 3%» de los trabajadores desplazados dentro de la UE.
En España, por primera vez desde el comienzo de la crisis económica, la migración neta fue positiva en 2015 (+38.300 personas), un indicador de la recuperación económica, fruto de un aumento moderado de la inmigración (+10%) y de una caída de la emigración de más del 20%).
Cortesía AFP