Donald Trump va a dar un giro a la política de Obama sobre Cuba. No completo, pero sí significativo. El presidente estadounidense anunciará hoy en Miami un cambio que termina con los últimos años de concesiones económicas y comerciales, mutuamente beneficiosas, pero sin exigir contraprestaciones en el respeto a los derechos humanos por parte del Gobierno de La Habana. Habrá restricciones a los viajes de norteamericanos a la isla, así como a los negocios de corporaciones estadounidenses con las empresas cubanas controladas por militares, si bien se mantendrán algunas de las medidas flexibles introducidas por Obama para facilitar la comunicación, el transporte y la relación comercial entre cubanos y estadounidenses. La modificación más notable será política, y consistirá en un endurecimiento en la política de Washington hacia el régimen de Castro y su aparato militar, que supondrá el fin del apoyo sostenido por parte de la Administración anterior, según consta en un memorándum presidencial de seguridad nacional elaborado por la Casa Blanca, a cuyo contenido tuvo acceso ABC.
Aunque el golpe de timón de Trump no va a hacer virar la nave 180 grados, el mensaje de la nueva Administración a Raúl Castro va a resultar inequívoco, según se pondrá de manifiesto desde su esperada intervención de hoy en la principal ciudad de Florida, donde conviven varias generaciones hijas de cubanos que emigraron durante más de medio siglo de incomunicación entre ambos países. El actual presidente de Estados Unidos no va a dar una marcha atrás total con una ruptura en las relaciones diplomáticas, iniciada por Obama en 2014 y que tuvo su apogeo en la simbólica reapertura de las embajadas, en julio de 2015, después de 54 años de una particular guerra fría. Pero la aplicación de la política del Partido Republicano, nada condescendiente con el castrismo, derivará en un endurecimiento del mensaje en las instancias internacionales. En especial, en Naciones Unidas, donde la Administración Obama se mostró favorable, de palabra y de obra, a un embargo de cincuenta años que, a su juicio, se había mostrado ineficiente y anacrónico. Primero, en septiembre de 2015, anunció su postura contraria al mantenimiento de la prohibición comercial en un discurso ante la Asamblea. Meses después, su Administración apoyaría políticamente la aprobación de una resolución contra el embargo con una histórica abstención.
El memorándum de la Casa Blanca cambiará el «alineamiento» de la Administración Obama con el castrismo por otro «con el pueblo cubano», lo que se traducirá en una nueva política que combinará «la protección de los intereses de la seguridad nacional de Estados Unidos con la defensa de los derechos humanos y de los valores universales que el país defiende». El argumentario que empleará Trump denuncia no sólo la ausencia de libertades en Cuba, sino que responsabiliza al régimen «represivo» de Raúl Castro del endurecimiento y la violencia del régimen de Maduro en Venezuela, que «impide las legítimas demandas de su pueblo de elecciones libres y retorno a la democracia».
En su objetivo de beneficiar al pueblo cubano, «y no a su régimen», de las mejoras económicas y comerciales entre ambos países, la Administración Trump ha decidido restringir los negocios de empresas estadounidenses con aquellas que controla el aparato militar del régimen cubano. En su memorándum, la Casa Blanca cita a GAESA, el conglomerado de negocios en poder del aparato militar de la isla, el gran beneficiado del desarrollo turístico de la isla desde que Raúl Castro llegara al poder en 2008.
Otra de las medidas que prevé desarrollar Trump es la restricción de la cantidad de moneda que podrán gastar los no cubanonorteamericanos que viajen a Cuba, según confirmaron a ABC fuentes republicanas. La Administración Obama había flexibilizado este extremo en función de categorías sujetas a la supervisión del Departamento del Tesoro.
De referencia: ABC